A lo largo de esta década, hemos sido testigo en varias ocasiones de casos particulares en donde, pequeñas e indefensas criaturas, alcanzan un estrepitoso reconocimiento mundial por emular la profesión de nombres como Jeff Mills, Carl Cox, Calvin Harris o Tiësto.
Esta semana, un nuevo caso de niños DJs ha vuelto a viralizarse en las redes sociales. Se trata de DJ Switch, una pequeña de tan solo 10 años que se ha convertido, de la noche a la mañana, en la DJ más famosa de Ghana, país ubicado al oeste del continente africano. Según ha relatado en una pequeña entrevista con la BBC, DJ Switch "ejerce" la profesión de DJ desde los nueve años, edad con la que participó y logró reconocimiento en un reality televisivo ghanés del año pasado.
Pero ha sido su actuación en la más reciente edición de los Ghana DJ Awards la que ha lanzado a DJ Switch a la élite de DJs, convirtiéndose en la ganadora más joven en toda la historia de la competencia. Además, al igual que Black Coffee, ya tiene publicado un track propio producido en conjunto con su madre, titulado "Deceiver". A continuación los dejamos con la entrevista y el nuevo hit de DJ Switch.
Lng/SHT es un conquistador y hasta tiene una barba frondosa para respaldarlo. Su vocación más profunda en esto de ser un artista que graba canciones, ha sido la de clavar su bandera en territorios cada vez más grandes, ya sea rompiendo barreras entre públicos diversos, derribando estereotipos de lo que debe o no ser un rapero, y contagiando a un montón de gente de su vibra siempre luminosa. Básicamente es Akappelah en "Como Mario": "Recolectando el oro y subiendo el rango".
El día de hoy viernes 29 de junio, Lng/SHT tiene una cita con el destino, en forma de un concierto en el Plaza Condesa, uno de los venues estelares de la CDMX. Y como ha sucedido en otras ocasiones, logró el sold out con más semanas de anticipación que prácticamente cualquier otro artista en México. Hablando de públicos comprometidos y de artistas que saben cautivar, paps.
El nuevo tema está en la línea típica de Lng/SHT en todos sentidos: relatos personales de una vida disipada, con el ojo clínico del creador con insomnio y una vida "On the road". En este caso, versando sobre su relación con el alcohol y el malcopeo, y el hecho de que goza en su contexto de más privilegios que los demás. Todo con ese tono irónico y desenfadado que caracteriza a Gastón. El tema es, según la misma descripción que puso en el video de YT, el "último adelanto del BBSides... Creo". El beat es de Max Chinasky, la mezcla de Jarsman y el arte de portada de Guzmán Uve. Dreamteamcito de rap mexa. Dale play arriba y nos vemos al rato en El Plaza.
PXNDX fue el culpable de veinticinco millones de nicknames en MSN Messenger en el 2005 y que los Sanborns estuviesen llenos de niños y niñas comprando rímel color negro. Fue el abrelatas del emo para latinoamérica, y además, me enorgullece (o no) decir que fue el primer concierto al que asistí en mi tierna vida. Hoy viernes, a las 10:30 de la mañana (hora Ciudad de México), scrolleando mi Spotify en vez de estar trabajando, me di cuenta que PXNDX había subido Bonanza, disco del 2012 en pleno 2018, porque necesitamos cosas que nos recuerden a cuando todo estaba muy bien.
Su portada es lo más Para ti con desprecio que vamos a encontrar en todo internet en 2018. Y claro, los títulos de rolas bien made in José Madero: "Romance en re sostenido", "Envejecido en barril de roble", "Pensándolo bien, pensé mal". Si me pusieran una lista con trescientos nombres de canciones, podría sin ningún lugar a dudas seleccionar las escritas por el bueno de Pepe Madero.
Todo está muy difícil en el 2018, así que entra a Spotify y escucha Bonanza.
¡Alabado seas quién seas! Chance The Rapper acaba de confirmar los rumores: ¡está trabajando en nuevos proyectos con Kanye West y Childish Gambino! Ya se había hablado de un Chancebino durante mucho tiempo, pero esta es básicamente la primera noticia que escuchamos sobre un LP en colaboración con Kanye.
Entrevistado por Peter Rosenberg en un video para Complex, Chance pronunció las palabras que muchos de sus fans han esperado escuchar durante mucho tiempo. "Estoy trabajando en un proyecto con Childish [Gambino]", le dijo a Rosenberg. "Haré un LP de siete pistas con 'Ye'".
El proyecto con Gambino tendrá más de 14 canciones. La mitad está en proceso de grabación, y todas son, según Chance, "fuego". Él y Kanye están listos para comenzar a trabajar en sus siete tracks en julio. Mira el video completo de Complex a continuación:
El saxofonista de jazz y director de orquesta Kamasi Washington nos regaló una dosis de buena música la semana pasada con un álbum doble de 144 minutos, ambicioso y ecléctico como era de esperarse, titulado Heaven & Earth. Y como a Washington no le interesa cortar las cosas para que tengan formatos más comercialmente amigables, ese no fue el final. Quienes compraron una copia física del 4xLP encontraron un LP extra escondido dentro de la caja. Se llama The Choice, e incluye cinco canciones nuevas: "The Secret of Jinsinson", "My Family", "Agents of Multiverse", una adaptación al clásico "Ooh Child" de Five Fairsteps, y una sorprendente versión de "Will You Love Me Tomorrow" de Carole King y Gerry Goffin. El álbum llegó esta mañana silenciosamente a las plataformas de streaming, y puedes escucharlo a continuación: 38 deliciosos minutos para pasar el día.
El MC de Cabo San Lucas y uno de los referentes más importantes de la música independiente en Latinoamérica para el 2018, estrenó su placa triple Eclipse hace unas semanas. El disco también es una de las entregas más acabadas del hip hop en español para el año: un disco donde la marcada personalidad de Alemán brilla a lo largo de 21 temas, con un concepto aterrizado y una gama de estilos y colaboradores que básicamente nadie más tiene en esta arena.
Ahora Alemalandro estrena el video para el tema abridor de la segunda parte de la placa, que es la que de algún modo corresponde a la noche, con trapicheo bellaco y barras de codeína. El tema es "Perro Callejero" y ha sido uno de los más gustados desde que lo lanzó. El video es otra colaboración con el compañero visual de fórmula para la música de Alemán: El Ojo del Trap alias Ramón Pineda.
Esta no es la primera vez que Alemán colabora con Apple Music. Su track 2017 "Tantas veces", uno de los más importantes para el rap en español del año pasado, fue estrenado en el show de Old Man Ebro en Beats 1, otro logro desbloqueado para Homegrown.
La banda de dibujos animanos de Damon Albarn, Gorillaz, ha lanzado The Now Now, el sucesor de su reciente disco Humanz. El álbum tiene colaboraciones de George Benson, Snoop Dogg y Jamie Principle. La semana pasada, la banda tocó The Now Now en Boiler Room. En este release, uno de los miembros de la banda, Murdoc, fue encarcelado, o algo así.
Aparte del terrible cambio climático que sufre el planeta por estos días, el único responsable del fogoso y cada vez más candente comienzo de verano ha sido C. Tangana. El MC madrileño ha sabido adueñarse de esta temporada veraniega de 2018 con el lanzamiento de "Bien Duro", sencillo producido por el norteamericano DVLP y en el que los ritmos plagados de tumbao latino le ponen picante a los versos de 'Pucho'.
Por si fuera poco, en las últimas horas se ha publicado el videoclip del tema, un cortometraje a la vintage española dirigido por Rogelio (Roger González). Inspirados en toda la línea estética utilizada por el director Bigas Luna en los noventa, el video muestra a un Tangana lidiando con los amores tóxicos, la lujuria y los excesos. Grabado en el barrio La Mina de Barcelona, "Bien Duro" nos hace recordar todas esas historias cachondas que ocurren dentro del club.
“Fuimos el primer grupo de punk en México. Es pretencioso decirlo, pero así pasó, fuimos la banda que trajo el punk a este país”. La respuesta de Piro Pendas es categórica cuando le pregunto si Dangerous Rhythm podría calificarse como el combo que antes que nadie hizo punk en los solares del rock nacional. El cantante y fundador de esta canónica banda, explica que así fue, que todo arrancó el 6 de agosto de 1978, cuando influenciado por Sham 69, The Clash y Wire decidió hacer música acompañado de Marcelo, Johnny y RIP; sujetos prestos para regar voltios en los hoyos fonquis que entonces forraban el paisaje de la capital mexicana.
Sin embargo, aquel cuento duraría poco. A decir de Piro, una crisis existencial fue la responsable de que el cuarteto adhiriera congas a su dotación instrumental y comenzara a cantar en español. Vino así un tachón en el acta de nacimiento punkie de, quienes desde entonces, comenzaron a llamarse Ritmo Peligroso.
“Cumplimos cuarenta años tocando, ¿qué te puedo decir?”, reflexiona Piro al hablar del ayer, aunque de inmediato su ubica en el ahora. “Pero el mundo se renueva constantemente, el pasado ya se fue y el presente ahora mismo se está yendo. Nosotros cada vez nos sentimos más jóvenes, por eso estamos sonando mejor que nunca. Soy optimista con lo que estamos haciendo”. Al contar de su presente y hablar en plural, el músico se refiere a Pa´lante hasta que tu body aguante, el álbum más reciente de Ritmo Peligroso, un disco donde la banda repasa lo más célebre de su repertorio al lado de Rubén Albarrán, Sergio Arau, Alex Lora, Dr. Shenka y Sabo Ramo, entre otros más. “Yo los llamo compañeros musicales”, apunta el nacido en Cuba; “nada menos que cuatro generaciones unidas por nuestra música, todas celebrando que estamos vivos y que queremos seguir tocando juntos”.
Rodeado de Avi Michel, Jorge “Gato” Arce, Mongoose, Armando “Pinaca” Espinoza, Mosy, Manny Murillo y Óscar Contreras, el del coco a rape echa un vistazo a los días previos al Rock en tu Idioma, a aquellas épocas feroces del Hip 70, a los puntos de encuentro entre los punks fresas y sus símiles agrestes en Neza. Y lo hace porque el hombre sabe de esos temas. Buceó en hoyos fonquis así como se asoleó bajo reflectores televisivos y se sacudió al toque de “Electroshock” hasta que apareció “Marielito”. Es decir, pasó del punk a la música tropical cuando hacerlo significaba enterrarse una daga en las costillas. Pero jamás sintió miedo al actuar, ¿cómo iba a sentirlo si ya estaba calado, si ya se había parado frente a la audiencia más hostil para jalonearse al son de “Social germ”?. ¿De dónde chingados salieron estos cabrones?, cuenta Piro que se preguntaban con la mirada quienes se encontraban a Dangerous Rhythm sobre tarima, en alguna coladera indómita de la ciudad, justo después de que Javier Bátiz dejara a la pandilla calientita, tras descolgarse su guitarra.
NOISEY: ¿Precisamente en qué momento Dangerous Rhythm se transformó en Ritmo Peligroso? Piro Pendas: Cuando empezamos a meter congas en los conciertos, en la mera época punk. Formalmente, cuando grabamos el disco En la mira. Ahí se nos vinieron encima las críticas. Decían que hacíamos tropirock, que éramos Piro Tovar y su Costa Peligrosa. Muchos se burlaban, pero no nos importaba, éramos viscerales. No me olvido de un domingo que tocamos en el Salón Maraca ante 5 000 personas y encontré entre la multitud a un chavo cantando “Marielito”, con una camiseta de Johnny Rotten. Ahí dije: sí, de esto se trata, de evolucionar.
“Marielito”, un tema fundamental para que el público entendiera que los tiempos estaban cambiando. “Marielito” cambió todo, una canción que empieza con una samba, de pronto tiene guitarras medio country y finaliza con un coro afro. Con ella nos dimos cuenta de que podíamos cambiar, seguir experimentando. Por otro lado, se trata de un tema netamente político que tuvo éxito comercial, aunque la mayoría de la gente no atendía ni entendía su letra. Pero así es esto, en las canciones ganan la melodía y el ritmo, muy pocos que clavan a analizar las letras, por eso sigue teniendo tanto éxito la música plástica. “Marielito” fue la primera canción nuestra que empezaron a tocar en la radio, en Rock 101 y WFM. Imagínate, sonaba Duran Duran y luego nosotros.
¿Cómo tomaron los punk de la época esa mutación, del punk al tropirock? Dangerous Rhythm lo formamos cuando teníamos veinte años de edad, con muchas ganas de hacer música, influenciados por el punk británico. Pero sufrimos una crisis existencial, necesitábamos cantar en español y acercarnos a un sonido más latino, más digno de nuestra raza. Mucha gente se decepcionó de nosotros porque en realidad Dangerous Rhythm tenía aún mucho por ofrecer; había fans encabronadísimos con el cambio, pero al mismo tiempo otros estaban felices con la evolución que experimentamos a favor del rock mexicano. Tomamos una decisión con el corazón, jamás pretendimos volvernos más populares, simplemente desde entonces éramos una banda aventurera.
Aquello ocurrió en 1985, la antesala del Rock en tu Idioma. Sí, era el 85, y “Marielito” abrió caminos para el rock en mexicano al mismo tiempo que “Triste canción” de El Tri. Pero a nosotros el Rock en tu Idioma nos fue un poco ajeno, porque todos los grupos que formaron parte de ese movimiento eran del sello Ariola. Entonces las disqueras voltearon a escuchar al talento mexicano porque nos invadían los españoles y los argentinos: Era necesario ver qué había en casa. Así, a fines de los ochenta se apoyó a Caifanes, Neón, Fobia, Bon y Los Enemigos del Silencio… Aunque Kenny y Los Eléctricos y Ritmo Peligroso no pertenecimos a ese movimiento; fuimos antecesores de éste.
Ritmo Peligroso y parte de la comitiva de leyendas que los acompañará en su concierto de aniversario. Cortesía de la banda
Curiosamente, el Rock en tu Idioma Sinfónica retomó “Marielito” recientemente. Lo integró a unas filas a las cuales jamás perteneció de modo formal. ¿Finalmente obtuvo Ritmo Peligroso una suerte de recompensa? Yo no creo en recompensas, sino en reconocimientos. Creo, también, en leyes inamovibles. Y lo que siembres, siempre, lo vas a cosechar. Sabo Romo es un amigo muy querido, él me invitó a hacer una gira con el Rock en tu Idioma Sinfónico, apenas el año pasado, y gracias a esto “Marielito” revivió, tuvo un nuevo auge.
Se habla de que el punk llegó a México de la mano de los fresas, la gente con dinero que podía comprarse discos e instrumentos. Y, bueno, a Dangerous Rhythm se le ha colocado en ese bando, el opuesto al conformado por los punks podridos que vivían entre la basura, en la periferia de la ciudad. Mira, si hablan de que la clase media era fresa; bueno, pues entonces sí, éramos fresas. Estábamos lejos los rumbos de Neza y Azcapotzalco; sin embargo, en esos sitios crecimos, hasta allá íbamos a tocar. Fue en esos lugares donde nos dimos a conocer. No niego que existía un “ala malvada” en otra parte: estaba Rebel´D Punk tocando, y después Size; pero quienes se tomaron más en serio esto y, además, grabaron discos, fuimos nosotros, Dangerous Rhythm: el primer grupo de punk en México. Y jamás fuimos elitistas. ¿Es obligatorio venir del pueblo, ser de la clase obrera, para protestar? Joe Strummer nació en Turquía, era hijo de un diplomático, y no era nada fresa; hablaba de los sandinistas sin haber nacido en El Salvador. Me saca de onda cuando empiezan a comparar bajo tales parámetros. El arte nace sin que importe el extracto social. A final de cuentas yo puedo protestar de lo que se me dé la gana, ¿no? ¿Por qué? Porque yo no soy un Marielito, pero sí que puedo molestarme por el aplastamiento hacia los derechos humanos que durante mucho tiempo llevó a cabo el régimen de Fidel Castro. Y fíjate, ni siquiera estoy hablando de política, sino de humanidad.
Ritmo Peligroso y toda la comitiva de leyendas que los acompañará en su concierto de aniversario. Cortesía de la banda
Bien. Despidámonos recordando esos sitios maravillosos llamados hoyos fonquis. ¿Cuál fue tu experiencia es esas sucursales del infierno? Nuestra primera tocada popular fue en Tlatelolco después de Javier Bátiz, en un hoyo que Paco Gruexxo manejaba. El público era cábula, alburero, violento. Al empezar a tocar escuchábamos cualquier cantidad de gritos contra nosotros, pero conforme avanzábamos las miradas cambiaban, la gente nos veía preguntándose, ¿de dónde chingados salieron estos cabrones, qué pedo con estos weyes? Paco nos arropó, nos cuidó. Nos invitaba a tocar varias veces al mes a ese hoyo en Tlatelolco. Ahí fue donde notamos cómo los chavos se cortaron la mata para pararse los pelos, cómo se entubaron sus pantalones acampanados y dejaron los tenis para calzarse botas de sardo. Eso comenzó a gestarse en sitios así, precisamente en ese momento.
También estaba el Hip 70. Ahí un día llegaron los Plugz y al otro los de Heart Attack; Jesse Malin, quien luego haría D Generation, tocaba con Heart Attack, entonces él tenía quince años y yo veinte, y me lo cabuleaba; era un chamaquito que tocaba con todos los huevos del mundo. En otro hoyo, una vez me aventaron una paloma de cinco pesos, la vi venir y me hice a un lado. Tronó como a un metro de mi cabeza. Si eso me hubiera explotado en la cara no sé qué hubiera pasado. Me tiré al piso y el Gato corrió a ayudarme, creyó que me habían dado un balazo. Yo me sacudía en el suelo, cagado de la risa. Entonces era común que te aventaran de todo, hasta botellas de vidrio.
Vaya, en esa época el rock n' roll era peligroso. ¿Crees? Bueno, la vida, esa sí. Esa sí que es peligrosa.
Como andar canoa en plena autopista con el tráfico a un lado y el atardecer al otro. Como tomarse un salpicón frío bajo un sol inclemente en una ciudad bipolar que te sorprende con aguaceros esporádicos. Ahí, a medio camino entre el trópico enérgico y la explosión caótica citadina se encuentra Suákata, una onomatopeya hecha nombre para bautizar a una banda que representa la nueva sangre de la música colombiana.
Herederos del sonido de bandas como Audiotrópico, La Mojarra Eléctrica, y La Muza; inspirados en proyectos como Dub Inc, Tribu Baharú, Tumbakatre, Joe Arroyo y Totó La Momposina y acobijados por maestros como Pedro Ojeda, Urián Sarmiento, German 'Potos' Guerrero Diaz y Pavel Zuzaeta, Suákata es la confluencia del sonido afro de las costas colombianas, el veneno de ritmos antillanos como el reggae y el dancehall, la contundencia lírica del hip hop y el virtuosismmo del jazz y la rudeza experimental de guitarras eléctricas que dialogan con percusiones folclóricas. Una fusión que arrancó en 2016 como un ejercicio de jam entre amigos y que hoy en día está invadiendo calles en Europa con su sabor.
Para celebrar el lanzamiento de su EP debut homónimo, nos sentamos a charlar un rato con la banda sobre los inicios, su sonido y lo que se esconde detrás de este primer trabajo.
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NOISEY: Arranquemos por el inicio ¿dónde, cuándo y cómo se creó Suákata?
Suákata: El proyecto nace en el Centro de Bogotá a mediados del año 2016 con el mestizaje de seis músicos colombianos, un inglés y un catalán con un mismo propósito: crear sonidos cargados de mensaje y movimiento.
Nuestros caminos se cruzaron en Teusaquillo después de un concierto en el que tocaban Joe (trombón), Melisa (voz) y Sergi (guitarra) con su anterior proyecto llamado Raíces, un grupo de reggae acústico y Daniel (batería) tocando con Tres Cabezas, su banda de rock. Cuando el festival se terminó Daniel se acercó a Sergi para felicitarlo por el show y para ofrecerse a tocar con ellos. Iniciamos ensayos con varias otras personas que más adelante seguirían su camino. Se consolidó la banda cuando llegó Andrés Aguirre (bajo), Sebastián Cagua (trompeta), Sebastián Wiesner (saxofón tenor) y Daniel Avellaneda (guitarra).
¿Cuál es la historia detrás del bautizo de la banda? Quién le puso el nombre, por qué?
En medio de un ensayo el baterista estaba proponiendo onomatopeyas como ‘tucuprá’, ‘trucutu’, ‘pracata’, y de ahí salió ‘suákata’. Es un juego de palabras que hace alusión a un golpe, un impacto, al poder percutivo en nuestra música.
¿De dónde vienen los que hacen parte de Suákata, con qué bandas han tocado antes?
Individualmente hemos recorrido desde la escena de música del pacífico en Bogotá, hasta la del reggae, la salsa, el jazz, el hip hop, la música clásica y el punk. Proyectos como Afrotumbao, Tres Cabezas, Frecuencia Magdalena, son algunos grupos de los que hemos hecho parte.
¿Cómo fueron esos primeros días, dónde fue el primer toque, cuáles han sido los highlights de la banda?
La primera vez que tocamos con la nomina consolidada fue en Barcú 2016, una feria de arte y música que se repite cada año en la Candelaria de Bogotá y desde ese momento no hemos parado. Hemos puesto a bailar a la gente en distintos lugares de la movida Bogotana entre ellos el mítico Latino Power, la Media Torta, la Biblioteca Julio Mario Santodomingo, y participamos en el Sarasvati Fest 2017. Un show que nos marcó fue haber cerrado el Sancocho Fest en la ciudad de Tuluá.
Dentro del sonido hay unas referencias claras a grupos de la nueva ola de la música colombiana como La Mojarra Eléctrica y Audiotrópico, que tienen esa esencia de la fusión entre el folclor de las costas, lo urbano y bases más antillanas, ¿de dónde viene la sustancia de Suákata, cuáles vendrían siendo esos referentes puntuales de la banda?
La mezcla de culturas y gustos provenientes de distintas partes del país y del mundo son aspectos clave en la sonoridad y sustancia de Suákata. Naturalmente las anteriores son bandas que nos han influenciado, hemos tenido el privilegio de estudiar con maestros que actualmente hacen parte de la nueva ola de la música colombiana como Pedro Ojeda, Urián Sarmiento, German 'Potos' Guerrero Diaz, Pavel Zuzaeta. También individualmente a partir de una discografía de música tropical colombiana: la Colección Antonio Cuéllar, donde se estudió a Clímaco Sarmiento (clarinetista y saxofonista papá de Michi Sarmiento) desde su lenguaje musical.
Hay mucha influencia de maestros como Gustavo Pantera, Hugo Candelario, Antonio Arnedo o Gualajo han sido referentes claves, tanto proyectos como Dub Inc, Tribu Baharú, Yoki Barrios, Tumbakatre, La Muza, Joe Arroyo, Toto la Momposina, en fin.
Hay en la lírica una doble intención: por un lado un arrullo tranquilo en una voz super pasiva y hasta poética y por el otro lado una rima que se siente un poco más agresiva. ¿De dónde viene la inspiración para componer y darle ese diferencial a ambas partes, en qué basan las historias que luego convierten en canciones?
La inspiración viene de nuestra cotidianidad, de las experiencias que vive un joven de a pie en la ciudad. Sin dejar a un lado que somos descendientes de familias rurales que migraron a la capital, pero que aún conservan sus tradiciones. Es ahí donde el carácter del interior se junta con la sabrosura de las costas y nacen canciones con los contrastes que pueden escuchar en el EP.
En los últimos años, la fusión en la música colombiana ha sido fundamental para darle un nuevo aire a la escena, ¿cuál fue la excusa para armar una banda con este formato y no ser, digamos, una banda de punk, metal, tropipop, jazz o hip hop?
No hay excusas. A pesar de que el jazz, la salsa, el punk y el hip hop son partes esenciales de nuestro diario vivir, la música colombiana ha sido un punto de convergencia clave. Sin ser descendientes de un linaje tradicional, nuestro objetivo siempre ha sido tocar lo que nos gusta sin caer en estereotipos, ni encasillarnos en un estilo musical específico. Tanto así que nos resulta difícil responder cuál género musical tocamos cuando nos lo preguntan, ya que esto es un sancocho con muchos ingredientes.
Están publicando hoy su primer EP de 5 canciones, ¿cuál es para ustedes la esencia, el concepto y el espíritu del disco?
El disco es el resultado de 8 mundos distintos, sus experiencias vitales, cotidianas y musicales. Si bien la mayoría de temas parten de bocetos e ideas individuales, es en el trabajo en colectivo donde se moldea y define el sonido de Suákata. Para la post producción contamos con el apoyo de Acento Mestizo, quienes pusieron su flow mezclando y masterizando este trabajo.
"Llamas", segundo track del disco, es el resultado de un proceso colectivo y su letra enmarca el espíritu de este trabajo musical: tener una actitud positiva frente a los retos que presenta la vida, tomar decisiones conscientes, y gozársela en todos sus matices.
Originaria de La Manga del Mar Menor, Murcia, Lidia Damunt inició su carrera musical en 1997 al frente de Hello Cuca, grupo de punk-pop inspirado por bandas como B52s, Chuck Berry o Bikini Kill. En 2008 se instaló en Madrid, donde comenzó a componer las canciones que conformaron su primer disco en solitario. Acompañada de una guitarra acústica, una pandereta en el tobillo y una armónica, Lidia se reinventó a sí misma como cantautora de rockabilly. En 2010 se presentó en festivales como S.O.S en Murcia y el Primavera Sound. En este último, Lidia tuvo contacto con Hidrogenesse, grupo con quien tenía interés en colaborar y recién grabó una canción 100% electrónica "De esta manera, Lidia, quería probar a componer más libremente, sin pensar en cómo la iba a tocar, a grabar, etc. Solamente debía componer un boceto y ponerlo en nuestras manos", dijo Hidrogenesse.
"El Túnel" es el nuevo track y marca una pauta en este recomienzo musical de Lidia: "Había empezado ya a escribir canciones para mi próximo disco pero en mitad del proceso hice un parón. Sentía que necesitaba un reinicio con mi forma de componer, y me puse en contacto con Hidrogenesse para preguntarles si les apetecía hacer una canción conmigo".
El single vinilo estará disponible hoy 29 de junio a través de Astrohúngaro, e incluye su cara B (remix) y un videoclip dirigido por Stanley Sunday rodado en 16 mm. Míralo arriba.
Hasta hace un mes, Arturo se sentía pleno: sus 2 proyectos de gestión cultural —la Biblioteca Enrique González Rojo Arthur en Ecatepec y su residencia a lado del Casco de Santo Tomas, la Casa Max Rojas—, marchaban bien y tenía varias propuestas de eventos en puerta. Además, un terreno que gestionaba en la colonia Clavería (Clavería 22), acababa de ganar una sentencia a favor de su reapertura.
También, de su imaginario poético seguían emanando textos y mantenía constancia con el proyecto documental sobre Gonzalo Martré (escritor y argumentista de Fantomas) donde colabora. Todo parecía ir viento en popa para este gestor y poeta. Pero una inesperada visita familiar en mayo acabó con la quietud en su hogar: la dueña de la casa, su tía, le pidió desocupar.
Esto marcó el fin de Casa Max Rojas, pero no fue un suceso inesperado: malos manejos internos, algunas irresponsabilidades de organizadores que hicieron uso del sitio y el nulo apoyo vecinal contribuyeron al inminente ocaso del lugar.
Otro foro cultural independiente que se diluye en la ciudad.
Arturo Alvar, gestor cultura y fundador de la Casa Max Rojas
Apertura
12 de junio de 2015. La cita era a las 4 PM pero todo comenzó una hora después. Arturo y Pamela, los responsables del lugar, estaban nerviosos.
Era el inicio de su proyecto.
El proyecto: convertir su casona en un nicho artístico capaz de acoger música, poesía, exposiciones, performances y cualquier otra ramificación artística.
Por eso, para la función inaugural, convocaron de todo: Oblique Quartet, 66.6%, Caos del Té y Lowboy en la parte musical; Refugio Pereida, Francisco Zapata, Valentín Arcadio y Anaïs Blues como poetas invitados; y una exposición escultórica a cargo de Eduardo Domínguez.
Los artistas llegaron temprano. El público también.
Minutos antes de las 6 ya había varias decenas de curiosos que costearon los $15 que exigía el ingreso. Algunos rondaban por los cuartos de la residencia mientras otros se congregaban en la barra que también ofrecía tostadas.
Cuando Luisa Almaguer —en ese entonces vocalista de Lowboy— empezó a vociferar, el público se situó frente al escenario.
Así se inauguró la Casa Max Rojas.
Flyer de la Apertura de la Casa Max Rojas, el 12 de junio del 2015
La casa que fue
Entre la zona politécnica del Casco de Santo Tomas y el deportivo Plan Sexenal se ubica una casa con rejas negras y paredes amarillas. Específicamente en el número 12 de la calle Máximo Rojas, colonia Plutarco Elías Calles, delegación Miguel Hidalgo, Ciudad de México.
Este caserón de dos niveles emergió hace muchos años en pos de resguardar familia, pero hace 3 años dio el mencionado giro cultural.
El responsable: Arturo Alvar Gómez.
“La usé porque quería ver qué sucedía en el entorno inmediato en la colonia, con estudiantes y vecinos, si de pronto se abría un espacio para la poesía, la música y las artes plásticas, donde los jóvenes tuvieran un lugar de expresión. Siempre me gustó la idea de una residencia artística que vinculara a creadores de distintas partes del país”, cuenta Arturo sobre la decisión de abrir su casa en ese entonces, para actividades culturales.
Max Rojas, el nombre con el que se bautizó al espacio, no fue por la calle (Máximo Rojas) sino en honor al poeta mexicano que alcanzó la cumbre gracias a libros como El turno del aullante o Ser en la sombra.
Desde su apertura, Arturo y Pamela —pareja en aquel entonces; hace más de un año ella salió del proyecto— se preocuparon por correr la voz respecto al lugar. Pronto colectivos, gestores y productoras empezaron a solicitar fechas.
Lo que ofrecía Casa Max en un evento promedio era el uso total de la planta baja y un cuarto superior para guardar instrumentos. A veces, por lo regular en exposiciones, se usaban los cuartos del primer piso. Y el trato era: organizador se queda el cover, el lugar con la barra. Pocas veces se llegó a rentar el espacio con todo y barra por aproximadamente 3 mil pesos.
El sitio no tenía respaldo institucional ni legal. Se manejaba de forma autogestiva y sin permisos para ejercer como establecimiento mercantil.
Aun así, iniciativas musicales como Pizzatanicos, Violencia River, Humo, Aquí no hubo escena, Calipso Corp, Neandertales y Nuestra Escena proyectaron los sonidos de Tygre, Wk, Belafonte Sensacional, Sad Saturno, Andrés Canalla, Logan Hate, La Era Vulgar, Islas y Axel Catalán en Casa Max. Es decir, exponentes diversos, de diferentes géneros musicales y diferentes lugares de la República Mexicana.
Uno de los muchos shows que hubo en la Casa Max Rojas. Foto cortesía de Arturo
Una noche
— ¿Y Arturo? Es noche de viernes de 2017 en Casa Max Rojas.
La pregunta se repite: “¿Y Arturo?”
Muchos no saben y quién responde da otra incertidumbre. — ¿No está arriba?
Porque abajo, en el evento, donde está la barra y la puerta, Arturo no está. Están un par de sus amigos que le ayudan a destapar y cobrar botellas, pero no se dan abasto.
Se siente y nota cierto descontrol. Ya se ven algunas latas de cerveza externas a las que aquí venden; algo no permitido pero que sucede. También sucede que un desconocido ya tiene un libro —parte de la biblioteca de la Casa— en la mano. Y luego el micrófono no suena y por eso los organizadores del show se concentran en hacer sonar a la segunda banda y descuidan la puerta. Cuando por fin se escucha a la banda, el desconocido se pierde entre la gente y las cervezas externas se camuflan.
Media hora después Arturo aparece: sí estaba arriba aunque el evento, la barra y la puerta están abajo.
Muro antes de la mudanza
Mismo muro después de la mudanza
Ocaso
“Yo acepto que me equivoqué, debí haber sido más riguroso. Por un lado, me empeñé en levantar el espacio, crear vínculos, tener una actividad constante, pero no trabajé mucho con otros sectores que eran clave con la comunidad. También sostener de una manera sobria los eventos. De pronto me entregaba al hedonismo, al festejo, y eso lo sentía la gente que decía: 'Si (Arturo) está muy relajado, se está echando sus chelas, nosotros también podemos hacer lo que queramos’”, confiesa el también editor de la revista Sapiencia.
Orines afuera de la casa, ingreso de bebidas alcohólicas, robo de libros y adornos, y personas alcoholizadas o violentas, fueron algunos problemas con los que lidió Arturo en los eventos. Pero la mayor complicación fueron las quejas vecinales: “Hay varias anécdotas. Una vez un amigo venía preguntando por Casa Max y, sin querer, llegó con una vecina que le dijo: 'Seguramente vas a ese lugar dónde hacen sus orgías'. La gente en general ocupa los errores de los demás para acentuarlos, y estaban esperando que nos equivocáramos. El modelo de negocio era un pie en la informalidad, y, en cierto punto, la situación de la casa, al ser un espacio privado, no nos exponía tanto. La casa era benévola en ese sentido”.
Quién no fue benévola fue su tía, la dueña del inmueble, que, tras ver la propiedad anunciada en Airbnb, realizó una visita inesperada a principios de mayo del año en curso. Lo que encontró la alarmó: murales en las paredes, conexiones de luz destartaladas, ventanas rotas y sillones deslucidos.
El panorama la orilló a pedirle el desalojo en un mes.
“Realmente no era tan necesario que [la tía de Arturo] llegará a esta medida, pero también tiene que ver con una lógica de que al interior de las familias se reproduce todo lo que está pasando a nivel social. Por ejemplo: cuando una familia ve en su propiedad una lógica de vender más allá del arraigo, de pronto hay confrontación; se vuelve una pugna entre la mirada cultural que va más en lo histórico contra la lógica inmediata del baro. A eso me refiero. El perfil que se está castigando es el perfil cultural, de las tocadas, que mi tía piensa que ponen en riesgo la propiedad”.
Por eso se puede afirmar que Casa Max Rojas ya no existe debido a una decisión familiar. Pero haciendo un análisis del panorama general, es notable que el frenesí no solo de su gestor sino de toda la comunidad cultural que se involucró en el proyecto, encauzó al ocaso.
“Ahora que estoy haciendo la remodelación de la casa me está saliendo muy cara; si me hubiera dedicado a algo más tranquilo no hubiera tenido tanto problema, pero decidí hacer locuras y tengo que aceptar las consecuencias. Hace falta mucho más conciencia del trabajo que implica y hay que valorar más ese trabajo colectivo. Lamentablemente yo veía gente diciéndome: 'Qué mala onda que no dejes meter cerveza', y pues ese era el ingreso que nos permitía pagar los gastos. En fin, a veces los sucesos culturales importantes son breves y efímeros; pero, paradójicamente, en el carácter pasajero está su permanencia”, reflexiona Arturo.
Casa Max Rojas durante su mudanza
Mudanza
Ni los murales, ni los sillones, ni los libros, ni los cuadros, ni las hojas de poemas regadas, ni las series de navidad colgadas en la pared, ni la caratula del vinilo de José José, ni el amplificador de bajo olvidado, ni las tapas de cerveza, ni el destapador, ni la botella de agua natural que en realidad tenía mezcal, ni las pipas de marihuana, ni el ruido del primer guitarrazo, ni Yuma ladrándole a cualquiera, ni el tipo vomitando en la escalera, ni el slam que llenaba la sala, ni el viejo micrófono dónde se leían versos, ni la guitarra acústica que se volvió adorno.
En el número 12 de Máximo Rojas no quedó algo de lo que fue Casa Max Rojas.
Solo la memoria de noches sin control.
Adornos antes de la mudanza
Adornos después de la mudanza
Un nuevo hogar
“Ahora que gané la sentencia de Clavería 22 estoy consciente que tengo que regresar sin cometer los mismos errores, valorar mi trayectoria, mis capacidades y, por lo pronto, no voy a ocupar en el centro de mis preocupaciones los eventos o la venta de cerveza”, dice Arturo a propósito del nuevo espacio que gestionará.
Aunque ni tan nuevo: Clavería 22, anteriormente un local automotriz en la colonia Clavería, Azcapotzalco, es un sitio que hace más de un año mantenía actividades culturales. Yokozuna, Dolores de Huevos, Sonidero El Gato, El Mastuerzo y Zeta, fueron bandas que se presentaron ahí durante su primera etapa que abarcó de 2015 a 2017.
El año pasado fue clausurado debido a una demanda que emitió la delegación Azcapotzalco por 170 mil pesos alegando falta de medidas de protección civil. Pero hace pocas semanas Arturo ganó la sentencia debido a que un magistrado determinó que la delegación “se atribuyó autoridad que no tenía. Había otras instancias que debían haber puesto la multa. Ahorita tenemos el mandato del tribunal para que abran”.
Arturo muestra la sentencia a favor de Clavería 22
La reapertura de Claveria 22 aún no tiene fecha definida pero su gestor ya tiene en mente 3 proyectos para desarrollar: Surco (una cafetería), Lagave (Laboratorio de Artes Gráficas y Artes Visuales Experimentales) y Azcapo Existe (ciclo cultural en torno a la demarcación).
El enfoque ya no serán los conciertos.
“Si están en contra de que exista un espacio así, ¿ellos qué proponen?, ¿cuál es su idea de cultura?”, son los cuestionamientos que Alvar Gómez, ya desde un departamento en los límites de Azcapotzalco y Naucalpan, se hace respecto a quienes les ponen trabas a los espacios culturales independientes.
Porque él, a través de la experiencia, esa prueba-error que ya le costó la existencia de Casa Max Rojas, tiene claro lo que no se debe hacer y, sobre todo, que su labor “pone sobre la mesa las contradicciones de la propia sociedad hacia lo que considera correcto. Si no aparecieran estos espacios o estos desafíos, la sociedad en su parte conservadora no se sentiría susceptible y las cosas seguirían igual pero de manera silenciosa. Viene a remover una serie de valores y a exponer la doble moral de la sociedad, y creo que esa es una función del arte: desnudar las partes oscuras que producen una sociedad más abierta ”.
Desnudar para evitar el ocaso cultural. Pero, sobre todo, aprender de los errores.
“Casi microscópicos, pero rabiosos como perros, tiñen de rojo los cuellos de las muchachas... dejándoles ronchas.” La cita, de 1937, corresponde al libro El Vocabulario de Puerto Rico de Augusto Maralet. Se refiere a unos insectos ligeramente más pequeños que un mosquito, pero tremendamente más molestos; conocidos, hoy día y desde entonces, como abayarde o abayaldes.
La clave está en la descripción “rabiosos como perros”. Insectos persistentes, necios, interesados en picar y dejar su marca; interesados, como todo en los barrios bajos de Puerto Rico, en sobrevivir. De no conocer el significado del bicho, El Abayalde es también un excelente apodo, adoptado por Tego Calderón para la realización de su primer álbum, un disco fundamental y un pilar indiscutible de lo que conocemos como música urbana, esa categoría tan difusa como extraordinaria donde la diferencia entre reggaetón y hip hop depende de intenciones comerciales, pues dentro del contexto latinoamericano se comportan con la misma ambigüedad.
Pero Tego Calde, el Abayarde, desconfía del reggaetón. Se ha declarado incapaz de escuchar un disco completo del género,y desde sus comienzos ha usado la bandera del rap para difundir su música. Como artista, no se considera reggaetonero. Sin embargo, su estilo es una parte fundamental de su historia; su personalidad es una mezcla irrefutable de autosuficiencia negra y andar boricua y su letra: hablar cotidiano más versatilidad lingüística sin concesiones ante regla alguna, obsesivo y preciso al mismo tiempo.
En la música popular, nadie había expresado con tal certeza lo que significa hablar y ser puertorriqueño, esa identidad vapuleada, en parte latinoamericana, en parte negra, en parte mercado absoluto, herida con la violencia que sólo el libre capital puede ejercer sobre los individuos.
El primer álbum de Tego justamente se muestra como el testigo más coherente del equilibrio entre violencia y familiaridad. En Latinoamérica, más que en ninguna otra parte del mundo, la familia es fundamental y eso incluye tanto a la familia que nos ve nacer y dar nuestros primeros pasos como a la familia que nos ve perder la cabeza y dar nuestros primeros saltos hacia la inconsciencia y los excesos. Para él, la familia está en todas parte de su natal Puerto Rico, pero principalmente la encuentra en Loíza, un pequeño poblado, de apenas 30 mil habitantes, cerca de la costa del Atlántico.
El lugar es mayormente conocido por ser uno de los sitios que más enraíza la herencia de la cultura negra en el país. Se trata, finalmente, del puerto donde los esclavos negros desembarcaban y eran distribuidos hacia diferentes lugares de Latinoamérica. Tego ve a Loíza como lugar fundacional de este álbum; antes que boricua, es negro. Por eso transforma este poblado en su lugar de enunciación, lo escoge, aunque el lugar no lo haya escogido a él —de hecho Tego emigró desde joven a Miami, donde entró en contacto con la cultura de masas y sus ritmos más transversales, el hip hop, el rock y el jazz.
Esta identidad tripartita (es a la vez negro, boricua y americano) le permite distinguir las falacias de los constructos sociales y el disparate de las identidades nacionales. Sabe que no debe retarse ningún esquema de identidad sin construir una propia que pueda hacerle frente. En la guerra conviene tener las herramientas para luchar, aun si esta guerra se da solo desde el lenguaje. Las herramientas, las armas, las palabras de Tego, son, antes que nada, un llamado a reventar la falsa idea de la división social como orden y organización. En “Loíza”, Tego canta: “Yo no tengo na' / Solo esta letra encabroná / Y la capacidad de no creer en tu verdad”. “Pal carajo España”, remata después. Ése es el primer Tego; un tipo profundamente consciente de su negritud que no pertenece a ninguna clase social, pero sabe que para deconstruir la pirámide primero hay que señalar su existencia: primero hay que mostrar que la injusticia, por más ropa Gucci, por más Rolls Royce tuneados, por más viajes a Miami que tu vida te permita comprar, está ahí y es hasta cierto punto inamovible.
Como casi cualquier puertoriqueño —como casi cualquier latinoamericano—, Tego se mueve entre el desencanto y la dicha de pertenecer a una región del mundo donde el sinsentido y la tristeza son también razones para echar un baile. Al escuchar El Abayarde se puede pensar que se trata de otro álbum de hip hop en español, pero esa es solo la investidura. En el fondo, el baile brota por todas partes: un baile abrasador, hermano del perreo, pero menos explícito, más descontrolado, como el bullicio tomando forma o una coladera tapada que echa todo el desperdicio hacia afuera.
Así comienza “Pa’ que retozen”, hasta el día de hoy la canción más escuchada del Tego Calde en Spotify y, también principalmente, uno de los himnos incontestables en los antros, las pistas del baile, los perreos y las fiestas cuyo playlist abraza el reggaetón sin la cautela de generaciones anteriores. Generaciones como la de Tego que vieron en el género una música callejera, de las clases pobres, "desagradable" por su expresivo baile y por las personas que la escucharon: criminales, malvivientes, borrachos que apestaban a falso Calvin Klein; personas que nuestro clasismo orilló a la periferia, sin permitirnos una escucha atenta de las expresiones —también artísticas, también necesarias— que enfatizaban en cada salida durante el fin de semana.
Las generaciones posteriores no se detuvieron, con toda fortuna, en sus prejuicios. Escucharon más allá de la simple segregación, más allá del ingreso quincenal, y realizaron un gesto definitivo: se permitieron entrar en el reggaetón con inocencia, libres de toda contaminación, sin contradicciones. Hoy el género es uno de los más escuchados en América Latina y se escucha en prácticamente todos los estratos sociales y culturales. Es probablemente el estilo musical que menos ha de esforzarse para capturar la atención de un escucha.
Las razones son varias, desde la estructura simple del género cuyo ritmo contagia también al pop y artistas como Justin Bieber, Ed Sheran, Major Lazer; el hecho de que la mayoría de los artistas que no crea “álbumes” como tal, sino que se enfoca en realizar canciones que puedan incluirse dentro de cualquier playlist —Spotify ha sido un ancla sin precedentes en la expansión del reggaetón a través del globo. Finalmente, el estilo permite una escucha inmediata que impacta desde el primer instante, no por su calidad sino porque apela a nuestra forma de socializar, se mueve casi como una producción de Netflix, con la finalidad de distraer y entretener: beats pesados y lentos, vocales híper agudas, letras sencillas incluso cuando son rapeadas.
Es discutible si El Abayarde constituye uno de los primeros ejemplos de las capacidades del género. Antes de él, artistas como Vico C y Dj Negro ya habían realizado una exploración muy amplia de los límites que tenía; mientras que los contemporáneos de Tego, como Héctor el Father y Daddy Yankee, también buscaban cómo potenciar el reggaetón más allá del underground, cómo hacer que adquiriera la dimensión que tanto tiempo habían estado guardando. Esfuerzos aparte, el de Tego es uno de los primeros álbumes que da lata incluso en los escuchas que rechazan el reggaetón.
De hecho, la rola que inaugura y da nombre al álbum no podría definirse estilísticamente como reggaetón, es hip hop straight forward. Nada más. Un beat inolvidable, con un sampleo de “Minnie the Mootcher” de Cab Calloway en la primera línea de batalla, y la “lírica que arde” de Tego, capaz de repasar con la misma agilidad verbal el léxico puertorriqueño y referentes de los mass media norteamericanos como el luchador Ric Flair de la WWE (para más señas, este video de Bad Bunny).
Su sistema finalmente es el lenguaje o la dirección que el lenguaje marca cuando se ha liberado de toda restricción y atadura; es hip hop, lengua viva, encarnizada, que se habla rico, con tropiezos, omisiones e imperfecciones, pero, en el fondo, más real y más significativa que la lengua prodigiosa e hipercorrecta de los grandes volúmenes empastados de la RAE. Frases agramaticales, rimas imperfectas, localismos y usos inalterados del habla de barrio, están presentes en gran parte del álbum. Porque es a través del lenguaje como rehuye de cualquier oficialidad y, al mismo tiempo, de forma mucho más contundente, se muestra también como una reafirmación de la identidad invisible de las clases bajas puertorriqueñas.
Foto vía el Facebook de Tego Calderón
Detenernos aquí es obviar uno de los aspectos fundamentales del álbum: ahí donde el lenguaje habla y compone hip hop, la música retrata el parangón latinoamericano. Si el lenguaje de Tego es español atravesado por ritmos en inglés; su música es producción estadounidense hecha con piedra latina. Ritmos negros, ritmos boricuas, ritmos salsas, ritmos bomba, ritmos incontestablemente nuestros, de oído, de cora. Aunque los beats parezcan propios de la tradición norteamericana, la música surge de los salones de baile clandestinos y encendidos a humo de habano. Eso le da su particular sabor al álbum y es también el aspecto que mejor define su influencia, hasta hoy día.
El lenguaje es la distancia, dijo Foucault. Pero esa distancia es relativa al hablante y hay un cierto español que sólo Latinoamérica entiende. Hay un cierto español que más que distancia, genera entendimiento, comunidad y ataduras. Ese es el español que habla Tego, y que habla en reggaetón. Es el español de los que estamos al filo de casi toda miseria, el español de los que inventaron el agradecimiento a la familia, al pueblo, a lo bien nuestro; el español de los canchanchanes, los pirateros y los bacatranes; el español de los que han hecho todo tipo de trabajo y tiran pa’ arriba; de los que saben que si Dios te la dio, ojalá San Pedro te la bendiga.
Con sus ligeras excepciones, Latinoamérica es un barrio gigantesco: la desigualdad es imperante, algunas de las ciudades más violentas del mundo están aquí, y, la familia, suprema, interior, casi mística, es un valor incorruptible, aunque frágil. Tego escribió El Abayarde desde este sentido de barrio: naciones inconclusas, lenguaje que —oficialmente— no es, sociedad que crece al margen de la sociedad; insectos que pululan a fuerza de sobrevivir y existir.
El reggaetón es justo uno de los géneros emblema de la supervivencia latina. Está hecho de pura costilla y beat pesado, de lenta evolución e identidad forjada en los litorales. Es un estilo que pica y deja ronchas. Incluso hoy día, oficializado, absorbido por el mercado, blanqueado por Pitchfork, da comezón. La comezón del abayarde, del bicho latino que se encoleriza sin prisa y arranca su denuncia mediante el baile, la pista y el retoce. Hoy el reggaetón está a medio camino entre la revuelta y el baile. Lo cual no debería extrañarnos, pues en Latinoamérica, revuelta y baile han sido, casi siempre, la misma cosa.
El cover que hizo Weezer a la icónica canción de soft rock "África" de Toto sigue... ¡existiendo! Desde que nos montamos en este tren del mame, que comenzó a manera de una campaña en línea que hizo una chica de 14 años, Weezer alcanzó el Billboard Hot 100 por primera vez en casi una década, tocó la canción en el Late Show de Jimmy Kimmel y, quizás lo más improbable de todo, la banda demostró su relevancia cultural a través de hacer un cover a una canción con 36 años de edad. Hoy, la saga continúa: Weezer ha anunciado el lanzamiento de un vinilo de 7' para "África", el cual será lanzado ––¿dónde más?––, exclusivamente a través de Urban Outfitters, el hogar de los meme-vinilos.
Pero el tema es este: el vinilo color verde, actualmente disponible para su preventa, ya se agotó. Las personas que tienen entre 15 y 25 años de edad, dependen de los memes para comprender el mundo, y #WeezerCoverAfrica no es la excepción. Tal vez puedas conseguir otro objeto-meme en su tienda en línea, como el soundtrack deHigh School Musical. O Scorpion.
Billy Corgan, un compositor de canciones de rock que alguna vez fue magistral y ahora hace propaganda de extrañas teorías de conspiración y hace deliberadamente que la gente piense que es un tonto, está llevando a cabo una reunión de los Smashing Pumpkins en este momento. El ex bajista D'arcy Wretzky no forma parte de la reunión, pero James Iha y Jimmy Chamberlain están de vuelta en el redil, y su primer sencillo juntos desde Machina/The Machines of God del 2002, el tema "Solara" que soltaron el mes pasado, reavivó un poco de su anterior grandeza. La última parada en su camino lleno de baches fue una fiesta en Studio City, Los Ángeles, el pasado fin de semana. Un concierto en la misma casa en el que filmaron partes del video para "1979". Para capturar el espíritu de los 90 en plena forma, la policía clausuró el concierto, después de recibir quejas de los vecinos.
Para enfatizar lo lejos que han llegado Corgan y compañía desde el apogeo de su rebeldía, la policía de Los Angeles les dejó terminar su set (aunque la banda se vio obligada a cortar la cosa antes de un encore planificado para "Cherub Rock"). Y debido a que Corgan "no es anti nada excepto anti-establishment", un hombre que encuentra "sospechosas a las instituciones y a los sistemas", se descosió en halagos para la policía que llegó. "Grandes momentos en LaLa" escribió en Instagram. "Aprecio a los que vinieron al Troubador [sic]. Y mis disculpas a los de Studio City por los disturbios que provocó nuestro ruido nihilista." Era luna llena, seguro afectó en algo. Y respeto a la policía, que permitió que termináramos el set".
Se suponía que no podía haber teléfonos en el evento, pero se colaron algunos fragmentos de imágenes. Míralo todo abajo. El punk vive.
Nile Rodgers traerá de vuelta la música disco -sí, de nuevo. It's About Time, su nuevo álbum con Chic en 26 años saldrá el 14 de septiembre, y tiene un grupo de jóvenes músicos -desde Vic Mensa hasta Danny L Harle- junto a él. Rodgers dejó una marca rosa neón indeleble en la música pop moderna. Es miembro del Salón de la Fama en la música dance, miembro del Salón de la Fama del Rock 'N' Roll y un ganador del Grammy. Y ahora tiene otro honor que agregar a su lista: fue nombrado presidente del Salón de la Fama de Compositores.
"Me siento realmente honrado de ser elegido por un grupo tan estimado como esta junta ilustre", dijo Rodgers en un comunicado a Billboard. "Trataré de servir con todo mi corazón. Espero poder lograr que se sientan tan orgulloso de mí como yo de sentarme en esta sala con ustedes, que tanto han hecho para promovernos. Gracias por darme la oportunidad de servir a la comunidad de compositores".
Rodgers, quien fue parte del SHOF en 2016, remplaza a las leyendas del soul de Filadelfia, Kenneth Gamble y Leon Huff. Su mandato durará tres años.
Hay muchas maneras de definir una boy-band. Hay los que piensan en NSync o, dios-no-lo-quiera, Westlife, pero vivimos otros tiempos, post-géneros musicales, en los que un grupo de chicos se puede juntar a hacer lo que sea y ser considerados una boy-band solo por ser chicos y tener una banda, como Brockhampton. Mantarraya es una banda de Concepción, Chile, que fusiona las mejores influencias de la música de su país con una vibra encandilante y les decimos boy-band porque estos boys tienen una dinámica palpable no solo en la música sino en sus videos.
"Marcha Imperial", el nuevo single de Mantarraya, nos remonta a los orígenes de Weezer con su entrada firme pero juguetona; poco a poco se transforma en una marcha pop-rockera digna de estadios con un coro especializado en enchinar la piel, versos rapeados à la Los Prisioneros y un riff de guitarra maniaco. Los sampleos tipo big band son el betún en el pastel para crear una amalgama sonora única. Sumado a esto hay una letra nostálgica que refleja su ciudad y tienes algo más que un single. Un himno.
El video producido por Neongang muestra un lado de Concepción relegado al abandono, tras la urbanización excesiva y el terremoto del 2012, una parte solitaria y sucia de la ciudad que los chicos convierten en su patio de juego. Mezclando formatos de cámara y texturas de concreto viejo, "Marcha Imperial" es el paquete completo de lo que un videoclip de este tipo debe ser en 2018. El single se desprende de Pornografía, un disco al que deben darle una oportunidad si no conocen. En un país donde el pop rock sigue proponiendo, Mantarraya es una joya lista para relucir.
The Cult of Aphex Twin es un nuevo documental de 30 minutos sobre el extraño mundo de Aphex Twin (Richard D James), transmitido por la BBC Radio 4 la mañana del martes 3 de julio. Presentado por John Doran, editor de Quietus y host de la serie Noiseys British Masters, el programa tiene entrevistas con el músico de electrónica Tom Middleton, la productora iraní Leila, el autor y músico David Toop y el comediante británico Vic Reeves. Doran, según el comunicado de la BBC, trata de ser muy profundo con algunas preguntas sobre James:
¿Realmente escribe canciones mientras está dormido después de una práctica de sueños lúcidos? ¿Conduce un tanque alrededor de Cornualles? ¿Vivió alguna vez en la bóveda de un banco en medio de la rotonda de Elephant And Castle? ¿Tiene un submarino? ¿Su rider técnico de DJ incluye un procesador de alimentos y hojas de papel de lija? ¿Se mueve entre sus fans en foros de música electrónica en línea, a menudo trolleando y esparciendo estos mitos?
Puedes escucharlo en su totalidad en la BBC, y puedes ver Noiseys British Masters de Doran aquí.
El cantautor, multi-instrumentista y productor Richard Swift, conocido por su trabajo con The Shins y The Black Keys, así como por sus álbumes de solista meticulosamente elaborados, murió la mañana de este martes 3 de julio en Tacoma, Washington, informó Pitchfork. Tenía 41 años. No se confirmó ninguna causa inmediata de muerte, pero Swift fue hospitalizado recientemente con una condición médica que "amenazaba su vida".
Swift lanzó The Novelist, su primer EP, en 2003, y lo relanzó junto con su mini-álbum debut Walking Without Effort después de firmar para Secretly Canadian en 2005. Se convirtió en un ícono de la escena indie rock, lanzando un puñado de canciones y EPs con estatus de culto. El último de ellos, The Atlantic Ocean LP de 2009, contó con colaboraciones de Mark Ronson, Ryan Adams y Sean Lennon.
Se unió a The Shins en 2011 y tocó con The Black Keys como guitarrista en su gira de 2014 antes de unirse a la banda de garage de Dan Auerbach The Arcs, con quien lanzó el álbum Yours, Dreamily de 2015. Trabajó como productor en discos para Tennis, Tijuana Panthers, Kevin Morby, Foxygen y muchos otros. La colaboración de Swift con Damien Jurado, Other People's Songs Volume One, salió en 2013.
"Hoy el mundo perdió a uno de los músicos más talentosos que conozco", escribió Auerback en Instagram. "Te extrañaré amigo mío".
Gatos, vacas y jirafas, ojos, ovnis y planetas en la placidez de una mañana en el barrio, y dos de los artistas más avanzados grabando rap en español en 2018 retozan y fuman con sus homies. El venezolano le propinó una visita a Bejo y se juntaron para un tema cuyo video estrenaron el viernes pasado. La canción se llama "Sirope" y son tres minutos de crema funkera, música feel good, boom bap suave como brisa del mar cortesía del granadino Nico Miseria.
El video es otra obra de Cachi Rich, la mancuerna visual de la música de Bejo y es básicamente un acid trip mañanero para desembocar en toboganes de la mente. Ambos raperos en el micro hacen su cosa con el estilo que caracteriza a cada uno, y la fórmula es como embarrar mantequilla en el pan tostado de la alegría y el solaz. Ponle play arriba y despierta y hornéate.